martes, 15 de febrero de 2011

Closet quebrado, por GAAB

Lo supe, vaya que lo supe.
Desde mis 11 años, desde que el libro de texto gratuito de ciencias naturales nos mostraba los genitales y la forma en que los seres humanos nos reproduciamos; en aquellas clases donde la profesora nos explicaba con cierto temor los temas y la voz se le quebraba, dando explicaciones vagas ante las preguntas curiosas de niños de primaria. Supe desde entonces, que lo mío eran los hombres.

En casa, se complementaba mi ignorancia sexual, ante el temple ralo y católico de mis padres. Cuando les hacía una pregunta sobre sexualidad su cara se coloreteaba o intercambiaban miradas como esperando a una voz que pudiera salvarlos de darme explicaciones. Su intolerancia se proyectaba con discursos desdeñosos o platicas a la hora de la comida sobre la vecina del frente que tenía treinta años, soltera con una libertad sexual conocida por todos. "Esa puta", mascullaba mi madre con reprobación al verla pasar sonriente por la calle con esas gafas oscuras siempre puestas, además sus amistades tampoco eran del agrado de mis padres, "ahora hasta maricones trae", decía mi papá cuando vio a dos jóvenes flacuchos con aspecto muy femenino, era domingo y todas las familias iban a misa, mientras aquel grupo de treintones y veinteañeros se reunían a fumar mariguana y a leer cosas "del diablo" ´según mi mamá,; yo pregunte con extrañeza "¿qué es un maricón?", mi papá sin desarrugar el ceño bramo con firmeza, "son hombres que les gustan hacer porquerías con otros hombres porque están enfermos", yo quede igual que al principio.

En esa etapa, tan llena de agitaciones y cambios físicos, tuve que reprimir el más mínimo deseo carnal, cualquiera que fuera, cualquier "cochinada", mientras mis labios se apretaban junto con mis puños, mis brazos crecían, mis vellos nacían por doquier, "allí abajo" principalmente.

A los 13, entré al equipo de fútbol de la escuela, no porque realmente fuera bueno, digo no era malo, pero en realidad fue con el propósito de poder ver a los demás chicos en los vestidores antes y después de cada partido.
Que piernas, que sensualidad de su cara mojada con sudor, sus playeras llenas de tierra, ese olorcillo tan peculiar de los pubertos. Yo, obviamente sucumbía ante esto y corría inmediatamente a una caseta del baño para cubrir mis espontáneas erecciones.

A la prepa llegue sin la menor idea de lo que era ser gay, nunca conviví con uno realmente y no lo he hecho hasta estas fechas.
Pero si por algo recuerdo la prepa, aparte de los discursos totalitarios de mi padre y las borracheras masivas, es por aquel día en casa de Simón y sus películas porno. Él y yo viendo "Como perritas y gatitas 2", ambos frente a la televisión, con el pantalón desabrochado, recostados en la cama en nuestra labor masturbatoria , cuando un simple movimiento ocular de mi amigo me indicó su deseo de que le "ayudara en su trabajo"; Oh que glorioso tacto, tan duro como un tubo de acero y suave a la vez como un objeto de silicón, lo jalé varias veces y mi exitación rebasó el límite y más cuando el caliente liquido de su amistad corrió por mi mano.
Claro, después de eso, no nos hablamos en días.
Mi etapa de bachillerato continuó entre pedas, recursamientos, gritos y amenazas paternas, fajes anticlímax con chicas y quedadas con amigos, donde su boxer se bajaba deliberadamente para probar suerte con alguno de sus amigos , en vano por supuesto.

Así llegue hasta el día de hoy, donde mis deseos carnales masculinos se han desbordado, mi closet se rompió esta mañana, no recuerdo la causa, pero seguramente fue una de mis patadas frenéticas de ebrio nocturno, al igual que este mi muro de contención se quebró y mis fantasías se disparan y mi piel se incendia en segundos.

Me es imposible ya salir o viajar en el metro sin tener que sentir una punzada en mi zona erógena al ver barbas, espaldas anchas, brazos felxionados, playeras sudadas, pantalones abultados,tatuajes, bigotes,panzas cervezeras, vellos, pies, manos grandes, trajes, corbatas, gorras, sombreros, lentes, perforaciones, canas, acné y más; decidido estoy pues, a acabar con mi instinto ninfómano.

Envié un mensaje a mi esposa para indicarle que no llegaré a casa por asuntos del buffete; con eso será más que suficiente´para que pueda largarme a un barcillo a concoer gente.

Si, me casé, no es nada extraodinario, digo, mis padres influyeron tras cuatro años de presión para que "sentara cabeza", y lo he hecho, Ceci es linda y tranquila, pero no hablamos muy seguido. No quiero ahondar al respecto.

                                                . . . . . . . . . . .
Me he quedado sentado, es la primera vez que hago esto y la última seguramente, todos los homosexuales están infectados con VIH o al menos eso dijo el párroco el otro día.
¿Y sí me gusta más que con una mujer? ¿ me volveré más "puto"?
Me sudan las manos, Dios que nervios, llevaré mi arma por si acaso, uno nunca sabe que pueda encontrar en esos lugares.

¿ Cómo rayos llegué aquí?, sentado en este bar con luces neón, música electro-pop, sorbiendo un poco de tequila, más bien demasiado, tal vez así me de valor.
Creo que un tipo me ve, es feo, usa bigote, es barrigón, me sonríe, se toca su paquete.

Vaya, el alcohol si te teletransporta, estoy en cuarto de hotel, boca abajo, oliendo el suavitel barato de las cobijas y de pronto siento...
-OH!!!
el dolor más grande de mi vida, demonios, otra embestida, que ardor, Dios, estoy demasiado ebrio para moverme (¿ o es el peso del ruquete homosexual?)... valgame!, mis piernas parecen haber sido separadas por poleas, mi trasero me duele como si me hubieran escarbado con una pala de jardín. Siento como el cuerpo inmenso, humectado con sudor, se separa de mi espalda.
Sigo acostado, no sé cuanto tiempo ha pasado, sólo me levanto, me visto y salgo del cuartucho, bajo las escaleras, veo mi automóvil en la otra acera, toco mis bolsillos, sí, aún tengo mis llaves. Abró la puerta y me quedo pasmado, mirando al techo, no erá lo que había imaginado; mi mano movida por mi subconsciente saca la pistola y la apunta a mi boca, moriré , em mataré, por ser un maldito homosexual, a nadie le importara, mis padres ni siquiera me darpan entierro, tal vez mi esposa se compadezca.

Ya han pasado varios minutos creo, el metal frío del arma sigue descansando en mi lengua, cierro los ojos y comienzo a recordar al hombre, su mirada lujuriosa, su mano tocando su paquete con ansia, su voz ronca al invitarme al hotel, el tintineo del cinturon de su pantalon , su penetración, de pronto mi pantalón se abulta, una erección sorpresiva, una exitación provocadora, el dolor de su ano se transforma en goze y comienzo a delirar, será mejor la próxima vez, lo sé, lo sé, esté vez no em embriagare tanto y seguro lo disfrutaré más.

Unas risas de mujer, una de ellas conocida, me hace girar la cabeza hacia la derecha, aún pistola en mano, más bien en boca, la sorpresa me hace apretar el gatillo.

La esposa salé del hotel con otra mujer abrazada y besandola, oyen el disparo, ella mira horrorizada de donde viene la detonación, del auto de su marido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario