sábado, 21 de abril de 2012

El listón arcoiris/ IV

El correo ha llegado. Lo abro excitado, sin importarme que la voz de Ulises resuene cerca de mi cubículo, lo despliego. Es un croquis de la sede de la ONDH, con todo y sus recintos de entretenimiento, restaurantes, gimnasios, en la parte de arriba del edificio había un punto rojo. Era ahí donde tenían que llegar para descubrir a dónde eran enviados hombres y mujeres homosexuales.

Víctor me ve desde su cubículo, le hago una leve seña afirmativa, todo está listo, esta tarde averiguaremos la verdad.

Después de la división con una simple línea de pintura, los excesos del gobierno aparecieron. El uso del transporte colectivo "especial" se redujo a nuestras zonas de convivencia, el uso del metro se nos limitó a ciertas estaciones y siempre usando el último vagón, pero lo más sorpresivo de todo fue la creación de la policía "rosa", promovida por la ONDH; este grupo armado estaba formado por hombres heterosexuales, pues los policías "normales" no podían entrar a la zona, así que un grupo de "valientes" y "voluntarios" fueron cedidos por el gobierno para mantener la seguridad de sus ciudadanos homosexuales.

La verdadera razón de esta medida la descubriríamos más adelante. Un grupo de hombres y mujeres fueron apaleados y encarcelados por promover el terrorismo y destruir la convivencia en la comunidad, pues habían efectuado reuniones secretas donde organizaban una rebelión contra la ONDH y el Gobierno. La Rainbown Network se encargó de lincharlos mediáticamente llamándolos "locos" y "asesinos".

Pasaron un par de meses, y en ese corto lapso, la situación dentro de los "guetos" como les llamaba el señor Fausto, había empeorado. La cantidad de hombres y mujeres infectados por enfermedades (de todo tipo, no sólo ETS) había aumentado de forma considerable; los hospitales no se daban abasto, los medicamentos escaseaban y los alimentos habían subido de precio. La ONDH había creado sesiones de curación espiritual para promover la curación con la mente, pero cuando el número de muertos aumentó, unos 600 en una semana, se prendió la "alerta roja" y la Organización anunció una alianza con el gobierno.

La Alianza por la Salud, fue, según los miembros de la ONDH y los delegados de las áreas rosas, un acuerdo para sacar a los enfermos de las zonas y llevarlos a hospitales.  Pero no todo fue miel sobre hojuelas, algunos radicales gays acusaron al gobierno de infectarnos con "algo", no sabían explicar qué, para matarnos, al parecer, aquel "algo" se encontraba en el agua y en muchas colonias se limitó la distribución de líquido.

Los días iban pasando, y ahora hasta viajar en metro era un martirio, no sólo por el exceso de pasajeros en el último vagón, sino en las miradas de los del "otro lado" del andén. Un día pasé por los cables divisorios y un niño me señaló preguntándole algo a su madre, la  mujer me miró como si hubiera molestado a su hijo, le dijo algo al oído y se alejó del cable muy ofendida.

Todo se iba tornando más difícil. Edmond y Jonathan habían pedido asilo a la embajada de su país, la cual les fue denegada y fue así como nos enteramos que la misma medida aplicada en nuestro país estaba siendo efectuado en varias partes del mundo.

Llegó el cumpleaños de Alex.  Organizamos una fiesta sorpresa para él, pero aquella tarde de septiembre, la sorpresa fue para nosotros. Eran las 8 pm, Alex y Alberto no habían regresado de su trabajo, eso era un poco extraño, Julio les llamaba por celular y no contestaban, todos teníamos una extraña sensación de que algo les había ocurrido. A eso de las 8:35 pm, se abrió la puerta, todos nos levantamos sobresaltados, ni siquiera dijimos feliz cumpleaños, mucho menos al ver aquella escena tan lamentable.

Alberto cargaba a Alex, quien chorreaba de sangre de la nariz, la boca y parecía haber sido atropellado. Alberto estaba pálido y también tenía un golpe en la cara. Ninguno de los dos llevaba la pulsera arcoiris. Sandra corrió por el botiquín, mientras los demás los sujetamos para sentarlos en la sala. Alex parecía casi inconsciente.
-¿Qué pasó? - les pregunté con mi voz quebrada, Alberto se incorporó después de tomar un vaso con agua que le daba Fausto y habló con una voz cargada de ira. Nos relató como él y Alex habían planeado una "aventura" , se quitaron las pulseras y atravesaron sin ser vistos la línea de división, entraron al mundo "heterosexual" y caminaron libremente por un par de horas.
-Lo cual fue suficiente para darnos cuenta de lo que se está haciendo- dijo antes de sorber otro trago de agua. Nos contó como las escuelas no sólo tenían banderas del estado en sus recintos o puertas, sino también cruces e imágenes de santos. Los comerciales y las televisoras promovían a su vez productos sexuales y misas masivas en el Zócalo.
-Pero ¿qué no es eso un poco contradictorio? - preguntó Jonathan.
- Así lo creímos nosotros, hasta que nos dimos cuneta que es un doble juego bien armado, se les venden "pecados", para que consuman de forma desproporcionada y se les inserta un sentimiento de culpa que puede ser aligerado con la religión - dijo Alberto con un tono desdeñoso. Todos estábamos sorprendidos, nadie daba crédito a lo que escuchaba.
El prosiguió diciéndonos que había campañas para "salir del closet" de la ONDH en la zona "buga", pero nos contó algo que nos puso los pelos de punta... "Le llamé a un amigo que vive por Plaza Universidad, me contestó el teléfono muy sorprendido, cuando nos vimos, estaba muy nervioso, pero se animó al ver que no traíamos pulseras, así que nos acompañó un momento a comer en la plaza. Pero cuando llegamos, vimos que se celebraba la premiere de una película que se llamaba Cristopher, para no hacerles el cuento largo, la pinche película se trata de un cabrón muy bondadoso que es como un guía espiritual que ayuda a los chicos a curarse de la homosexualidad".
Sandra parecía horrorizada, Fausto agachó la cabeza, y Jonathan parecía lívido.
Alberto continuó su relato " Lo sé, nosotros quedamos pasmados, sobre todo al ver a uno de los chiquillos actores, tiene una cara de ángel, pero cuando comenzó a hablar de la homosexualidad sólo faltaba que le salieran cuernos, pinchos y dientes de sable, el pobre al parecer está muy lavado del coco, lo peor del asunto, fue que cuando le comentamos lo indignados que estábamos a mi amigo, el pareció más desconcertado y nos dijo que pensaba que habíamos ido a uno de esos hospitales para curarnos, como ya no traíamos pulseras"

- Esto tiene que ser una broma...en pleno siglo XXI- dijo Jonathan y se fue hacía el baño, mientras Edmond lo seguía. Pero Alberto no paró  "Yo me saque de onda, obviamente y le pregunte por ello y dijo que apenas habían abierto centros de curación para homosexuales, y él creyó que yo venía de ahí, cuando se lo negué, me preguntó que de dónde venía entonces, le platique de nuestra escapada y pareció alterarse de nuevo, se excuso diciendo que tenía que irse y nos dejó a la entrada de un metro."

Alex se había dormido,  Rebecca que lo había estado curando se volvió con una mirada tensa "Eso no explica aún cómo terminaron en este estado", Alberto asintió y sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia " Regresamos, nos paramos frente a la línea divisoria sin saber qué hacer, nos pusimos las pulseras, seguros de que nadie nos veía, cuando una señora en la acera gritó señalándonos, no sé cómo ocurrió todo, sólo se que media docena de hombres con silbatos corrieron lanzándonos golpes con sus macanas, luchamos, y entramos a la zona, pero notamos que nos perseguían, eran los policías rosas, nos buscaron, pero logré esconderme junto a Alex en un callejón, y esperamos hasta que se fueron, afortunadamente en la calle me encontré con una travesti y me ayudó a traerlo".

Nadie tuvo ganas de festejar, todos nos fuimos a dormir, con la esperanza de despertar de un mal sueño pero  al otro día se convertiría en pesadilla.

Yo estaba en el trabajo cuando me enteré del nuevo brío que había tomado la alianza entre la ONDH y el gobierno. Julio me llamó desde el hospital, donde Rebecca estaba siendo atendida, pues se habían opuesto a que se llevaran a Andrea de su lado; Julio parecía desolado, yo me quede estupefacto cuando escuché que se habían llevado a Andrea, no entendía, pedía explicaciones pero Julio me colgó. Quería correr de inmediato al hospital , pero ese día Ulises estaba de buen humor y nos mandó más trabajo a todos, tuve que esperar.

Cuando llegue al hospital, ellos ya no estaba y resolví volver a casa. En efecto, estaban ahí, pero Rebecca no parecía haber sido atendida, tenía heridas y contusiones en la cara y los brazos. Sandra, sentada a su lado,parecía deshecha, Jonatahan y Edmond trataban de consolarla, mientras Fausto se paseaba por la sala  con una bolsa de hielo en la cabeza,  Alex  lloraba silenciosamente desde una silla; al verme Julio se paró del sillón, me abrazó y me contó lo ocurrido.

A eso de las 10 AM, el gobierno había resuelto retirarles el derecho de paternidad a los homosexuales, pues era una forma de proteger a los niños de las ideas radicales de la comunidad. Sin previo aviso, entraron a muchas casas de las cuales se tenía registro de niños con padres homosexuales y fueron sustraídos por la fuerza. Cuando llegaron a la casa, sólo estaban Fausto, Alex, y Rebecca bañando a Andrea para salir al parque.
Cuando entraron, empujaron la puerta, Fausto que estaba leyendo se sobresaltó, confrontó a los policías a los cuales les pidió una explicación, la  respuesta fue un macanazo en la cabeza que lo dejó inconsciente. Alex que estaba profusamente dormido por el sedante que se le daba para el dolor no escuchó nada.
Rebecca que había oído el alboroto, se asomó desde el baño y justo en ese instante, fue tomada por los cabellos y lanzada a un lado, cuando vio que su niña llorosa era sacada en toalla de la bañera y se la llevaban, gritó, golpeo, arañó con fuerza pero una lluvia de patadas la dejó tirada en el suelo del cual no volvería a levantarse hasta la llegada de Julio, una hora después.

Julio encontró primero a Fausto, lo levantó y lo despertó con alcohol, el anciano parecía muy alterado y no podía articular palabra. Alex ya había despertado cuando Julio pasó asustado a verlo, al ver la cara desencajada de Julio, Alex preguntó, pero él no hizo caso y fue cuando llegó al baño donde un charco de sangre rodeaba a Rebecca. La cargó y la llevó al hospital donde tras una hora y media de espera se le dijo que volviera después pues estaban llenos.Así fue como regresó con ella a casa y trató de curarla, cuando llegó Sandra y se le contó lo ocurrido, se desmayó de la impresión.

Pasaron dos días, Rebecca no mejoraba, Sandra parecía ausente, llegaron noticias de más casos como los de Sandra, incluso Jonathan nos aseguró que habían matado a varios hombres que intentaron defender a sus niños. Nadie quería salir, sobre todo por las ambulancias y sus sirenas, que habían pasado de ser transportes de auxilio a transportes de deportación.
Los camiones de sonidos estridentes y cruces rojas se paseaban por las calles e iban en busca de "enfermos",  aunque nunca especificaban "enfermos de qué", después sabríamos que todos eramos enfermos por ser homosexuales. En la calle, hospitales, casas, eran sacados varios individuos y conducidos a paraderos desconocidos.

El día que conocí a Víctor fue seguramente el más terrible de mi vida. Esa mañana Julio me había suplicado no ir a trabajar, estaba muy asustado por lo ocurrido apenas a unas calles de la casa, cuando policías trataron de llevarse "enfermos" en las ambulancias, tenía miedo. Le prometí que volvería temprano y me fui.
El trabajo estaba como siempre, salvo por el tenso ambiente, los compañeros y yo nos notabamos muy nerviosos. Entré al baño a fumar, me senté, encendí mi cigarro y comencé a sacar humo por la boca. Ni dos minutos pasaron cuando se abrió la puerta del baño y alguien entró al compartimento contiguo, era Víctor, hablaba rápidamente sobre "acciones evasoras".  Yo me incliné un poco para escuchar mejor, hablaba de una "operación", cuando se despidió de su interlocutor Víctor salió, yo muerto de curiosidad abrí mi puerta y salí; Víctor se volvió con unos reflejos gatunos y sacó una navaja, me miró aterrado.
-¿Qué hacías ahí? ¿Qué espiabas?- pregunto exaltado
- A nadie, sólo fumaba - respondí apagando mi cigarro y lanzándolo al cubo de basura.
No parecía muy convencido, pero consciente de que yo observaba su arma, la bajo y guardó.
-¿Por qué llevas un arma?
-Para defenderme
-¿De quién?
- Y todavía preguntas...
-No creo que alguien te haga daño en el edificio
-Eso crees tú
-¿ Crees que Ulises te asesine aquí?
-Él no, el no necesita actuar directamente...ya has visto las ambulancias me imagino
-Claro, pero al parecer es una medida de ayuda
-De ayuda, claro, tanto que ningún enfermo vuelve
-Ulises no tiene nada que ver con las ambulancias, sólo es jefe de los medios...
-En eso tienes razón, no es el jefe, pero si tiene mucho que ver
-¿ Y por eso llevas una navaja?
-Si, por cualquier cosa
- ¿No quieres ir a comer y relajarte un poco?
Una hora más tarde estábamos comiendo en un café y me platicaba sobre la operación que estaban planeando él y su grupo.
-Queremos saber qué están haciendo con nosotros, mi amigo Guillermo habla de exterminio, pero no estoy seguro, no creo que la gente lo apruebe - decía ávido mientras apuraba copa tras copa, su semblante se iba relajando. Después de pasar a contarme un poco de su vida, me insistió en unirme a su grupo y me dio su número de teléfono. Yo lo apunté, me despedí de él diciendo que lo pensaría.

Llegué a casa a las 8 pm, todo estaba en un silencio sepulcral, me daba mala espina tanta tranquilidad, subí las escaleras, todo parecía normal, hasta que abrí  la puerta de la casa. La sala estaba hecha un desastre, había sangre en el piso y las paredes, Fausto con un cuchillo en la mano estaba tendido en el suelo cercano a la cocina con un agujero de bala en la cabeza; más allá Alberto y Alex estaban tendidos boca abajo en un charco de sangre. Subí trastornado por lo que veía, en la recámara Rebecca también estaba muerta con varios impactos de bala. Busqué a Julio, grite, salí corriendo a la calle, grité nuevamente, no había nadie más, se los habían llevado.

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