viernes, 25 de mayo de 2012

La Rosa púrpura del Cairo

Woody Allen ha hecho la única película que me hace sentirme retratado en pantalla. La rosa púrpura del Cairo esa historia donde Cecilia, una cinéfila, se ve en un enredo amoroso cuando el personaje principal de una de sus películas favoritas sale de la pantalla.


Y es que ese sentimiento de entrar a una realidad diferente, mágica, donde todo pasa, donde tus problemas se esfuman como si flotaras en un sueño. El cine como ventana de la imaginación humana.


Mia Farrow, quien interpreta a Cecilia, entrega una apasionada y triste actuación, donde su personaje vive desolado, pues su marido es alchólico y jugador, además la golpea y su único refugio es el cine, su fortaleza de imágenes.

Pero cuando acaba la función, ese mundo mágico se esfuma y tenemos que regresar a la realidad, a esa dureza tangible que nos mantiene arraigados y nos corta las alas para volar.

Cecilia se queda al final llorando en el cine, viendo una película, refugiandose, sin pensar en nada más.


La Tempestad

La Tempestad de William Shakespeare es una de esas obras clásicas que uno no puede perderse por toda la reflexión universal que hace tanto de dentro como fuera del foro teatral.

Observar al emblemático actor Ignacio López Tarso (Macario) encarnar a Próspero, el desterrado duque de Milán es un deleite visual. Su atronadora voz, sus movimientos y su fortaleza mental, requeridas para desarrollar un personaje tan complejo y calculador.

Inicia la tempestad, desatada por Ariel, ese espiritu de aire y agua, la vida, la magia. Los enemigos de Próspero naufragan en la isla que le pertenece en su exilio; entre ellos su hermano traidor y el Rey de Nápoles, su adversario más acerrimo, quienes le arrebataron su titulo y lo lanzaron al olvido junto con su bella hija Miranda.

El hijo del rey ha sobrevivido al naufragio. Ariel lo conduce hasta el antiguo duque de Milán, este mostrando su osadía real es castigado con duras tareas para ganarse respeto como futuro gobernante. Miranda lo ve, lo admira, se deleita ante ese principe parecido a un sol; lo ayuda, lo alienta, mientras ambos se enamoran, un ser vil azorado por los malos tratos y su miseria acecha.

El esclavo de la sabiduria se rebela en medio de los planes de venganza de Próspero. La venganza se convierte en motivo de acción, pero ninguna se lleva a cabo, pues el perdón llega antes y la tempestad se calma.

La adaptación de Shakespeare que se presenta en el teatro López Tarso en el Centro Cultural San Ángel, es una adaptación con más comedia que magia, circunscrita en una puesta en escena digerible, no pretenciosa.

Sin embargo, al lado de las película The Tempest de Julie Taymor, se vuelve en una simple anécdota que se esfuma igual que los personajes al caer el telón al ritmo de los aplausos.




Adiós Porfirio...

Porfirio Díaz Mori, el "buen dictador", ese hombre que con su xenofilia tanto construía palacios Art Deco para poner al país a la vanguardia como ofrecía los recursos del país a las empresas rapaces de los extranjeros. Ese hombre que extendía las líneas del telegrafo y el ferrocarril pero que con sus haciendas explotaba como bestias a los obreros e indigenas.



El caudillo que más ha durado en el poder, ese hombre barbado, oaxaqueño, enamorado de su prima, amigo-enemigo del gestador de las reformas, Benito Juárez. El "presidente" de la pompa, de la ostentidad, del "orgullo mexicano".

Esa figura máxima que es evocada con añorancia por la población mexicana identificada (educada) con la fuerza brutal y arbitraria con la cual mantenía "la paz social".

Díaz el que gobernó por más de 30 años, la imagen de un país contradictorio, de la casta imperiosa de los políticos de siempre.

A mediados de 1910, en plena "apertura" para ocupar la silla presidencial, el "buen dictador" quería reelegirse, pero Francisco I. Madero, un burgés que deseaba ocupar el poder Ejecutiva se levantaba en armas con el Plan de San Luis e iniciaría una Revolución que seguiría más allá de la simple caida del dictador.

Aquí su despedida....


La primavera mexicana


"Me gustan los estudiantes", así se llama la canción de Violeta Parra sobre ese grupo social lleno de energía con ganas de cambio, de mejorar el mundo.


El metro de la Línea rosa va más lleno que de costumbre. No sólo son los cuerpos juveniles que parados o sentados, con pancartas o sin ellas, sino el espiritu de lucha que llena los vagones de una fuerza extraña.

Son las 6 pm. La estación Chapultepec es un río de mentes juveniles. Aplausos, gritos de júbilo, de apoyo, de entusiasmo. Brincos, risas y consigna, todo se une en una sola voz que hace retumbar las paredes del tunel de salida.
La gente observa perpleja a la masa estudiantil que desemboca en el paradero de Chapultepec, rodeando la "suavicrema", ese monumento nacido de la corrupción gubernamental, la Estela de Luz, esa construcción polémica se convierte en un faro de reunión para miles de voces que dicen con fuerza, cual rayo estrundoso, cual tambor de guerra, que no nos engañarán más, que no seremos manipulados, que no nos impondrán al PRI ni a su candidato de plástico.



Al ritmo de "¡El que no brinque es Peña!", los contingentes de "pajarillos libertarios" (no se distingue ya si son del Poli o la Ibero) se mueven hacia el huracán estudiantil que grita consignas... "¡Muera Televisa!", "¡Hay que estudiar, hay que estudiar, el que no estudia como Peña va acabar!"...gritan porras de la unión universitaria, huelums lanzados por los pumas y goyas coreados por los polis...Todos somos uno...Todos somos #132...




viernes, 11 de mayo de 2012

New York versus El Zapotito

New York versus El Zapotito de Veronica Musalem es una hermosa pieza teatral que se mueve entre una realidad desoladora y una fantasía sanadora.

El problema de la migración, la falta de oportunidades, la ilusión de una vida mejor, los choques generacionales han causado estragos en las vidas y costumbres de los pueblos. Las familias se desintegran, los hombres se van, las mujeres también, el pasado se convierte en un fantasma que trata de reconciliarse con el espectro del futuro que ofrece mucho, pero a veces no otorga nada.

La propuesta multidisciplinaria enriquecida con música en vivo, pinturas, escenarios interactivos, maquetas, proyectores y videos hacen de la obra una experiencia mágica que te transporta a un punto donde convergen la realidad y la fantasía abriendo heridas pero cerrandolas definitivamente.




Marta Aura, Aída López y Alejandro Benítez hacen un ejercicio actoral completo, lleno de matices que apoyados por los aspectos técnicos se construyen en un escenario complejo. Sobre todo la relación madre e hija.

Ofelia (Aura) es la madre, la tradición, la mexicaneidad, el amor a la tierra, al fortaleza de espíritu que se enfrenta a su hija, la decepción, la tristeza, el odio por los origenes, el idealismo comprado por el dinero y el anzuelo del sueño americano. De esa tirante relación surge un reencuentro inesperado, en un limbo espiritual que las lleva a ambas a la reconciliación.

Movida en las líneas estilísticas de Pedro Páramo de Juan Rulfo, la obra dirigida por Arnaud Charpentier es una delicia visual, emocional y que pone sobre la mesa asuntos delicados para reflexionarlos, gozarlos y encontrarnos con uno mismo.


El voto homosexual...

El voto homosexual es muy importante en estos días, y algunos políticos lo saben.





El pronunciamiento que hizo el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama sobre estar a favor del matrimonio de personas del mismo sexo ha logrado que este tema sea uno de los principales tópicos que decidirá la próxima elección de nuestro vecino del norte ¿Por qué? Por muchos factores.

El primero es sin duda el número de personas influyentes que apoyan su reelección son abiertamente homosexuales.
La segunda, gracias a ello se ha dado una imagen de progresista lo que atraedra a los votantes jovenes
Y tercero ha dejado a su contrincante Mitt Romney como un conservador e intolerante.

En Estados Unidos, aún prevalecen las leyes que prohíben el matrimonio entre homosexuales e incluso la homofobia. Pero en menor medida que en nuestro país, porque mientras allá este será un factor decisivo de obtención de votos, en México significaría una desbandada electoral.

Pese a que Marcelo Ebrard se dio cuenta que el poder y peso de la Comunidad gay en nuestro país, sobre todo en el D.F. , es bastante notoria, los candidatos a la Presidencia de la República se han mostrado evasivos, en contra o tibios al respecto, ni siquiera el candidato de las izquierdas se ha pronunciado a favor por miedo a perder gente.

Y es que en nuestro país el machismo y la discriminación siguen arraigados según la CONAPRED.
Sin embargo, sería indispensable que un candidato de la "izquierda" se pronucniara a favor inmediatamente, pues hay muchos homosexuales en nuestro país que piensan (o más bien consideran) votar por Enrique Peña Nieto o Josefina Vazquez Mota, cuando esos partidos han sido, en parte, responsables del atasco del desarrollo social de nuestro país que incluye una integración de las minorías o en este caso, ya no tan minorías.

En México el voto homosexual debería ser un contrapeso, una fuerza apegada a los principios del desarrollo y el progreso social, no un motivo de incomodidad.


jueves, 10 de mayo de 2012

Días de gracia...no muy agraciados

Días de gracia trata de  hacer una disección de la violencia en nuestro país.
Este fenómeno complejo y común que muchos cineastas mexicanos han retomado para desnudarla y mostrarla como tal en la pantalla grande,no es nada fácil filmar y muchas veces se puede caer en una monotonía visual sin nada nuevo que aportar.




Mundial de fútbol. Ese encuentro deportivo que une la colectividad mexicana es el medidor de tiempo-espacio de una sociedad permeada pro la violencia. Un policía, una familia, dos rehenes y un chico inexperto en al delincuencia, son parte de un todo que se sume en una cultura llena de impunidad y sangre.






El director Everardo Gout quiso echar la casa por la ventana y hacer una cinta emulando el formato que hiciera famosa la dupla Iñarritu-Arriaga con Amores Perros. El señor Gout construyó un guión que pretendía ser complejo,con historias múltiples que chocan en cierto punto.
El resultado fue una medianía fílmica ¿Por qué?, por la única y sencilla razón que no aporta nada a lo que se sabe sobre la violencia en nuestro país. Cae en el lugar común.
Quizá, su mayor mérito sea el presumible (o presuntuoso) manejo de cámaras que hace el director o esos momentos de tensión dignas de un thriller o una película de acción bien estructurada o El escenario del secuestro y la evolución criminal de un policía confundido entre el "deber ser" y "el ser" (Tenoch Huerta bastante notable).
A diferencia de Miss Bala, El Infierno o hasta Ciudades Oscuras, Días de gracia pretende denunciar de una manera mucho más amarilla, que se acerca a la crítica, al vistazo duro y puro, pero que llega al too much y se pierde entre tanto vistazo sin aterrizar ninguno.


No hay duda que  sus múltiples nominaciones a los premios Ariel este año se debieron más como compensación por el filtro de la cinta original a la piratería debido a un descuido de la Academia; pues Días de gracia está lejos de la calidad fílmica mostrada por Miss Bala y su director Gerardo Naranjo.


Días de gracia, es un ejercicio con buenas intenciones, bien hecho hasta cierto punto, pero el guión envuelto en el lugar común le quita cualquier gracilidad a esta historia que aunque logró un lugar en Cannes, no logrará ser un parteaguas nacional.