sábado, 21 de abril de 2012

El listón arcoiris/ V

Estoy a unos metros de Ulises, su asqueroso perfume me llena la nariz de su inmundo y artificial olor. Lo miro nervioso, estoy imprimiendo el croquis del edificio de la ONDH, Ulises con su pantalón de mezclilla y una chamarra de cuero negra se acerca, lleva gafas de sol, sonríe a todos mientras sus zapatos lustrosos suenan, se acerca cada vez más.



- Bueno días Leopardo soltero- me dice maliciosamente, escondo rápidamente la hoja; se pasa de largo con su nauseabundo tufo a Hugo Boss y yo espero a que entre a su oficina para irme a mi lugar.
 Finjo estar atento a la computadora, pero sólo me llega el recado de Víctor desde su móvil, "A las 6", lo miro y asiento afirmativamente, cuento las horas para salir, sólo una.

Son las 4 pm, tengo una hora para llegar a mi casa, salgo sin despedirme de nadie .

Tomo un taxi, llegó a buena hora a mi casa. La sala está vacía, todo lo quemé después del asalto a la casa y la desaparición de Julio y sus demás compañeros. Subo al cuarto, sólo tengo una cobija en el suelo, una maleta, un televisor, y mi ropa, además de un arma bien escondida. Tomo mi chamarra de cuero negro, me la pongo, y meto en ella una Memory Card, mi celular, una navaja y mi smart phone. Me miro al espejo, mi rostro ya no es el mismo, mis ojos lucen apagados, mi cabello se ha vuelto mustio, tengo más arrugas de las que debería y eso que sólo han pasados unos cinco meses desde que se llevaron toda mi vida.

El frío me pega en el rostro, el aire está gélido, las nubes se han tornado púrpuras (dicen que es el color de la muerte), son 10 para las 6, llego a la banca del parque acordado donde un travesti muy bien proporcionado y maquillado me mira, me hace una seña, lo sigo.

Se ha parado en una esquina, su fuerte perfume Hugo Boss me recuerda a Ulises,  busca entre los arbustos y saca una pequeña mochila, me la entrega. La abro, contiene una alarma vibradora y un detonador. El travesti me sonríe con vehemencia, nos despedimos con un "buenas noches" y emprendo nuevamente el camino hacia el edificio de la ONDH.



El recinto de la Organización Nacional de los Derechos Homosexuales era un edifico en forma de lengua, hecho con metal y vidrio, lo coronaban unas letras rojas con las siglas de la organización. En las aceras del edificio había varios árboles frutales, flores, y fuentecillas con hombres desnudos en medio del agua. En una de ellas, está sentado Víctor, y otros dos chicos, uno se me hizo conocido.

Víctor me saluda con la cabeza, lleva puesta una chaqueta de cuero negro, pantalones de mezclilla y fuma un cigarrillo, se nota nervioso,  los otros dos están ataviados con súeteres negros y apestan a loción Hugo Boss. Comienzo a odiar ese perfume.
 - ¿Qué pasó Leo?....mira ellos son Renato y Lucas- Dice atropelladamente Víctor que prende un cigarrillo apenas terminado el otro, los dos chicos lo saludan y reconoce al tal Renato, un joven moreno de cabello largo, a quien había visto en una de las marchas.

- Vámonos y recuerden, si pasa cualquier cosa, aprieten el botón del vibrador de alarma, si uno de nosotros es capturado y no puede dar aviso, entonces haga estallar su detonador, en caso de que todo vaya bien, Leonardo, tienes que darte prisa y darle prioridad a enviar el mensaje viral, si después de 20 minutos no te vemos o no nos ves aquí abajo, después de efectuado el plan, entonces cada quien se va no sin antes hacer estallar las bombas, ¿entendido?- todos afirmamos.

Paso detrás de Víctor, estamos en la entrada del GYM Obelisco, donde las regaderas se convertían en orgías a la menor provocación. Llegamos al elevador color cromo, pisamos los botones, Lucas se queda "pidiendo informes" del gym, los demás subimos.

Tercer piso, tenemos que bajar para tomar otro elevador, cruzamos el cine Gay Shortbus, Víctor compra tres boletos para entrar a la sala de proyección, para poder tener acceso al elevador de mantenimiento. Entramos, una atmósfera pesada y viciada golpea mis sentidos, un olor parecido al del último vagón flota en el aire, miles de siluetas forman corros o tríos, mientras la pantalla gigante muestra escenas de sexo implícito con audio torpedante, rodeamos la sala, pasamos por enfrente donde dos chicos se pelean por felar a un hombre barbudo que ríe ante la riña.

Salimos por la puerta de emergencia, una escalera grisácea se eleva mientras un pequeño elevador negro se encuentra frente a nosotros. Apretamos el botón, el ascensor se detiene, se abre y entramos Víctor y yo, Renato se despide y saca una pistola de su pantalón al tiempo que se pone de lado de la salida de emergencia.

Víctor y yo no hablamos, no nos miramos siquiera, las puertas del ascensor se abren, él sale, yo me dispongo a subir pero me jala.

- Escucha Leonardo, tienes que tener mucho cuidado, esperemos que Renato haya podido desactivar las claves de las puertas desde su computadora, pero si no....
-¿Tú qué harás?
- Tomar mi papel de gay intelectual, hoy en el círculo de literatura discutiremos sobre Oscar Wilde
Le sonrió.
- No creas, no es tan genial, generalmente las discusiones de las obras y análisis literarios de los "mejores autores gays de la historia" se distorsionan y culminan en orgías llenas de drogas recreativas...parece que son afrodisíacos... esto servirá de distracción y acabaré con varios miembros de la ONDH en el acto de la explosión...pero bueno...sólo...cuídate, contamos contigo...tienes veinte minutos- me abraza y desaparece por la puerta de emergencia, yo tomo nuevamente el elevador y subo con el sudor escurriendo por mi espalda.

Llego al último piso, la escalera gris de emergencia casi no se ve, la luz fluorescente de la lámpara desaparece a intervalos irregulares, abro la puerta y miro alrededor, sólo está una sala casi a oscuras, débilmente iluminada por unas lamparillas rojizas.

Camino sigilosamente, la sala es redonda, pero en medio hay una especie de tubo de cristal difuminado, se remarcan las siluetas de unas seis computadoras, el seguro digital de la puerta muestra una lucecita verde, está desactivada, Renato había logrado penetrar el sistema de la ONDH y burlar la seguridad.  Volteo, las cámaras parecen estar apagadas, otro acierto de Renato, aprieto el botón de la puerta y se abre.

Entro a la estancia, que da una sensación extraña de claustrofobia, a no ser por la luz azulada que llega desde arriba del tubo de cristal, las maquinas de alta tecnología están apagadas, la más grande está al centro, la tomo y la enciendo; se activa rápidamente, me pide una contraseña, introduzco la Memory Stick, se desactiva el bloqueo automáticamente tras teclear ENTER.

Aparecen ante mis ojos muchas carpetas, y bingo, encuentro dos que se titulan "CURACIÓN H" y otra que se llama " RECURSO FINAL", los abro, cientos de datos y cables aparecen. Registros, número, datos, nombres, todo aparece, ubicaciones de los centros; doy click en el que se titula Centro Cuernavaca, aparecen nuevos links, selecciono uno al azar, lo abro.

Aparece la foto de un niño, su nombre, edad, lugar de origen, forma en que llegó e historial. Más abajo hay unos seis videos, selecciono otra vez al azar y se reproduce uno. Aparece el niño de la foto, tiene diez años, sus ojos redondos demuestran desesperación y miedo, aprieta los labios, está vestido con una bata blanca, mira hacia la cámara mientras una voz femenina le preguntaba con suavidad ´Y bien Pablito ¿Te gustan los niños?", el niño temblaba "No" respondió tajante mientras se mordía los labios, "¿Estas seguro?, mentir es malo Pablito, ¿Te gustan los niños?", "No", "No nos mientas Pablo, ¿Te gustan los niños?, hablaba otra voz más gruesa, el niño parecía estar aturdido por la metralla de preguntas "No, no me gustan ¿puedo irme ya?", "No pablito, no puedes hasta que respondas con la verdad", "Les estoy diciendo la verdad, no me gustan los niños...no", decía el niño suplicante, "Entonces Pablo, ¿Por qué te enviaron aquí tus papás?", el niño parecía a punto de llorar "No lo sé, no lo sé, me quiero ir a mi casa...", la voz grave volvió a hablar "Pablo, mentir es malo, Dios te castiga si mientes, ahora dinos ¿Por qué jugabas con muñecas?,  es por eso que tus padres te trajeron, ¿Te gusta jugar con muñecas?", el niño derramó unas lagrimas "No, no me gusta jugar con ellas, sólo estaba...aburrido...y mi papá...él...me pegó y no sé porque estoy aquí", dijo el niño soltando un sollozo, "Tranquilo pablito, no te va pasar nada, aquí estas bien, no pasa nada, sólo queremos averiguar si podemos ayudarte por eso te preguntamos ¿te gustan los niños ?", el niño negó con la cabeza mientras lloraba en silencio, "Bien Pablito, no te preocupes, mañana te evaluaremos mejor ¿si?, ya quieres irte a dormir, vete, recuerda rezar antes de dormir y recuerda que tienes que dormir con tu compañerita" dijo la voz dulzona de la mujer, el niño no se movía y preguntó con voz chillante "Puedo irme a mi casa...no me gusta dormir con la niña...", termino el video.

Comencé a copiar y pegar los datos a internet y los subo como correos. Han pasado ya casi los 20 minutos. Tengo que salir de aquí. Escucho un ruido, volteo y saco instintivamente mi navaja, miro alrededor del cristal, no hay sombras. Termino mi trabajo, salgo del tubo  y cierro la puerta.

Un olor a perfume Hugo Boss me llega a la nariz, empuño con fuerza la navaja, no veo a nadie, la estancia parece estar vacía. Camino hacía la puerta de salida, tampoco hay nadie.

-¿Lucas?, ¿Renato?- pregunto suavemente recordando su colonia de aquella tarde, nadie me contesta, Abro la puerta de emergencia, llamo el elevador, espero.
 Una fuerza inusitada se cierne cobre mi cuello, lo aplasta, no puedo respirar, trato de zafarme, lanzo un pinchazo con mi navaja, la mano del agresor me golpea en la muñeca y ésta cae lejos.
 Trato de gritar, no puedo, observo la manga de una chamarra de cuero negro, pateo al agresor, pero este me retiene, está bolseando mi pantalón, me empuja contra el elevador, mi cabeza se estrella, un dolor inmenso me hace perder la vista, trato de incorporarme pero un pie enorme me pisa la cabeza, el pantalón de mezclilla de mi agresor se mancha de sangre caen unas gafas de sol en el piso del elevador, sigo sin ver a mi atacante, sólo escucho una respiración entrecortada, siento el cañón de un arma en mi sien, y una voz conocida truena en mis oídos "Siempre de chismosito eh leopardito", alcanzó mi detonador con mi mano libre, suena un disparo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario