lunes, 9 de abril de 2012

El show de la crucifixión

O mejor llamado la "pasión de Cristo", es una representación que anualmente se celebra en diversos lugares de México y el mundo, donde hombres y mujeres encarnan a los protagonistas de aquel suceso que marcaría la historia humana, la muerte de Jesús en la cruz.

Cientos de "fieles" se congregan en calles de Iztapalapa, lugar donde se lleva a cabo desde hace más de 100 años la representación de la pasión de cristo.  Mujeres y hombres de todas las edades se postran sobre las vallas metálicas que les impiden interrumpir la puesta en escena que abarca el centro, las calles de algunas colonias de Iztapalapa y el famoso cerro de la estrella.




Puestos de comida, frituras, helados, aguas, propaganda religiosa, y un sin número de creyentes, principalmente hombres, que descalzos, vestidos de morado (color de la muerte), coronados con espinas, arrastran una cruz del tamaño de sus pecados (la mayoría son grandes) hacia el Gólgota capitalino, mientras bocinas y pantallas transmiten lo sucedido más allá en los escenarios, donde Poncio Pilatos con un diálogo casi aprendido condena al vacilante Jesucristo a morir en la cruz.

Polvo, basura, olor a mariguana, se arremolina alrededor de miles de personas ataviadas para la ocasión, jóvenes con cortes mohicanos o el cabello teñido, escapularios de San Judas Tadeo en sus cuellos, algunos incluso bebiendo vasos de cerveza a la espera de la crucifixión.
Judas, el "traidor", se cuelga de un árbol dejando de fuera la lengua como un animal despescuezado, la multitud espera ansiosa el momento del martirio del calvario.
Llega cristo cargando la cruz de más de noventa kilos, seguido por un ángel tieso, los delincuentes que le harán compañía en la muerte y una docena de soldados romanos y vírgenes con parlamentos tan acartonados como el discurso de un padre en domingo. Llega a la punta del cerro, la gente se levanta de su letargo, las cruces del pecado son levantadas, un señor se persigna mientras levanta un crucifijo, un niño llora cuando su madre le explica lo que sucederá a continuación diciéndole "Jesús murió por nuestra culpa".





Jesús de iztapalapa lanza su último suspiro, la gente contiene el aliento, muere en la cruz, una paloma blanca es lanzada a volar, las bocinas rugen ante el llanto incesante de la Virgen María. Casi al instante un tropel de cruces y público comienzan a salir del cerro rumbo a la feria que ofrece juegos, comida y bebidas.

Después de eso, la redención y la culpa, se convierten en una entrada exhaustiva de dinero, la reflexión se transforma en diversión, la culpa se germina para después crear los monstruos de la doble moral, la iglesia hace un festín de manipulación, los medios inflan cual globo aerostática una pasión difusa, los buenos católicos regresan a sus casas.
Cuando le cuento lo visto a mi madre, ella sólo exclama "Si Jesús viviera...eso es una burla, de qué sirve destrozarse los pies, la espalda y cargar una cruz si no reflexionan y caen en lo mismo". Si Jesucristo viviera...moriría  a manos de la Iglesia y de los hombres que tanto recuerdan su muerte...

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